lunes, 12 de mayo de 2008

El Ipod III

Corría el año de 1999 y mi papá tuvo que hacer un viaje a los Estados Unidos a visitar a un tío y de regreso se discutió con un discman para este dragón audiófilo, desde hacía varios años que yo quería uno, mi hermana había “importado” uno en una de las tantas ocasiones que fue a Estados Unidos, el cual también terminó pasando por mis manos de estomago y acabó mal, pero está vez mi papá me había comprado para mí uno con todo el kit para auto… traía un casete con un cable que se conectaba al discman para escucharlo en el estereo de cualquier carro, un eliminador de baterías para auto y una bolsita para cargar todo el cablerío, realmente disfruté ese discman no recuerdo ni la marca, pero era buenísimo, leía todos los discos que le ponía… no puedo decir que hasta los quemados en pc, porque en esa época ni se usaban, pero agarraba discos rayados y toda la onda. Yo era muy feliz con mi discman hasta que un día hubo un concierto de Zurdok, yo andaba de ayudante, chofer, conciliador, guardaespaldas, asesor en sonido, etc. Dentro de mis actividades estuvo estar presente durante el Soundcheck de Zurdok en el Hilo… en aquel tiempo no recuerdo si era Hilo Doce o que… pero todavía tenía un kiosko, llega entonces el grupo, el mopri y el Eduardo del Águila este último ingeniero de sonido de Zurdok y lo primero que hace es pedir un reproductor de discos, dado que el incluido por el proveedor del audio (el famosísimo Felipe de Marbella) no servía y a mí se me ocurrió decirle todo inocente y servicial “pues te presto un discman si quieres” y que se lo presto, hicieron el sound check, se hizo el concierto, muy bueno por cierto y después acompañé al grupo al Real de Don Juan, donde nos tomamos muy tranquilamente un cartón de Pacíficos en su presentación de ¾, pudiera platicar más detalles de esa borrachera con un grupo que en su momento fue más conocido que los Allison, pero el tema aquí es mi discman, así que regreso a él, debido a que tuvimos que salir entre un montón de fans que trataban de manosear y jalonear a los Zurdok y que yo iba entre la bola (o sea que me tocaron también los agarrones) no alcancé a pedir mi discman, pero pensé “bueno, el Felipe es compa, ni modo que no me lo regrese” y me fui muy tranquilo al hotel a tomarme mis cervecitas al tiempo. Pasaron los días y los resultados económicos de ese evento fueron desastrosos para el “organizador”, no pagó el local, no pagó el sonido, es más ni siquiera pagó el regreso de los Zurdok a GDL para que tomaran su avión, los mandé en un taxi amarillo con todo e instrumentos a GDL y por cierto el taxi ni siquiera lo pagué yo, sino Juan Altamirano, entonces cuando quise recuperar mi discman los del sonido se hicieron guajes, “que porque yo también andaba en la organización” ¡¡Andaba de argüendero pos que!! Pero ya ni llorar era bueno, después de batallar 2 semanas con los del sonido y el cobarde del organizador decidí pensar que mi discman (y mi celular porque ahí perdí el primero) fueron el costo por haber conocido a Eduardo del Águila quien todavía es ingeniero en jefe del Submarino Volante, estudio de grabación propiedad de Alfonso André baterista de los Jaguares, al Mopri representante de Plastilina Mosh y otros tantos grupos norteños (obviamente Zurdok) y la cotorreada con los Zurdok que eran buena onda (incluido el ahora más famoso Chetes). Respecto a los del sonido, pues el Felipe y yo nos toleramos, el “organizador” truncó su prometedora carrera en la radio y ahora es un “feliz” creo ajustador de seguros, no es un trabajo tan glamuroso como la radio… pero le va bien… creo… jajaja Esa fue la historia de mi primer discman, todavía tuve el descaro de comprar otro… ¿te acuerdas Pablo?

La canción para hoy: Si me advertí, de Zurdok, de su álbum Hombre Sintetizador de allá por 1997.

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